lunes

El verdulero preguntó -¿qué andá buscando, muchacho?-.Era extraño.Nunca había oído decir a otro boliviano “muchacho”.Creo que esa palabra la usan las señoras mayores,las rubias y de labios color carmín.Siempre con algún anillo y pidiéndole al portero ¿muchacho,sería tan amable de ayudarme con las macetas?



Vengo a hablar con el carnicero-dijo,las crestas se confundían con rastas y también había caracoles enganchados ahí.Como migajas del verano y los días de anarquismo punk en el parque Rivadavia.

Un nido de carancho tenés ahí arriba.Eso le decía la tía.

Yo no supe qué pensar.Nadie compraba carne ahí,en la verdulería de la esquina.Todos sabíamos que estaba podrida, pasada o había-perdido-la-cadena-de-frío.¿El carnicero?Pensaba que eran todos todo,no sabía que había un c a r n i c e r o.

Salío un hombre grandotón ,con bigotes desprolijos,mascando una pata de pollo.Tenía tanto hambre que se hubiera comido la puerta de una heladera,pensé.

Hizo un gemido y una seña con su mano derecha,con la otra sostenía el pollo.El punkie desapareció con el carniero.De una forma sigilosa,casi gatuna.Sospechosos se esfumaron detrás del mostrador de las carnes rojas ,descongeladas.

A mi me dieron el vuelto ,sin las monedas claro.Un limón tuve que llevarme.Salí al sol y encendí un cigarrillo

1 comentario:

Pía dijo...

Historia de pueblo, primaveral